miércoles, 20 de agosto de 2008

CONCEPTO DE PERSONA PARA LA LOGOTERAPIA

II-A-INTERACCION ENTRE LA PERSONA Y EL MUNDO P.E.M triple Trascendente

La misma vida de instintos está permeada de espiritualidad, de forma que el ceder o no ceder a un instinto es algo que depende de una decisión personal. En una explicación más profunda, la ontología dimensional nos revela la existencia en el hombre de tres dimensiones: la física, la psíquica y la espiritual; tres dimensiones que no se dan separadas, pero que pueden ser observadas por separado (FRANKL, 1977: 26-27).
La dimensión espiritual determina el ámbito de lo humano, sin que ello implique la eliminación de las otras dos dimensiones; más aún, el hombre es plenamente hombre en su tridimensionalidad, en su “tri-unidad”, lo cual implica superar cualquier monismo (no sólo el materialista, sino también el espiritualista). (FRANKL, 1994 a: 96-97).
Frankl nos recuerda su teoría de donde viene el espíritu, que con la biología, cada nuevo ser humano, concebido de modo sexual, es único, un ser totalmente nuevo incluso desde el punto de vista de la genética. Pero ello no explica la condición espiritual, que debe venir, como ya había intuido Aristóteles, “desde fuera”: el espíritu no emerge de los cromosomas. Por eso,”lo espiritual tiene que entrar de algún modo en lo corpóreoanímico; pero, una vez que ocurre esto, lo espiritual, el espíritu personal, queda velado: se oculta en su silencio. Calla y aguarda a que pueda comunicarse, a que pueda romper su silencio…”(FRANKL, 1994 a :144)
En el centro del análisis existencial está el concepto de “existencia”, que quiere decir, una vida construida con pleno sentido, en libertad, fidelidad a sí mismo (autenticidad) y responsabilidad. “Existencia” significa por lo tanto más que desarrollos e intercambios automatizados. Existir significa confrontación e intercambio dialógico (encuentro) entre la persona y su mundo. Si este proceso profundamente humano es obstruido o impedido, la persona no podrá actuar justa y consecuentemente consigo mismo ni con su entorno. Comenzará a sufrir - y a veces también los otros - la enajenación. (http://www.existential-analysis.org).
Expone Frankl que cuando no se trata de la psicoterapia en la línea de la logoterapia y del análisis existencial, es decir, en la línea de una terapia desde lo espiritual (logos) hacia lo espiritual (persona existencial), siendo la terapia psiquiátrica de procesos psicóticos, o terapia de somatosis, válido este principio, pese a los distintos lenguajes de moda: nosotros sólo tratamos enfermedades y no enfermos, pues cuando no tratamos enfermedades, sino a hombres enfermos como tales, como seres humanos, como personas, no cabe hablar ya de enfermedad: ahí están de más las categorías nosológicas; en el ámbito del espíritu personal rigen las categorías noológicas; pero éstas no se refieren al plano de lo «sano - enfermo», sino de lo «verdadero -falso».(FRANKL, 1994 a :62).
La enfermedad psicofísica puede perturbar, mas no destruir, a la persona. Lo que la enfermedad puede destruir es el organismo psicofísico. Este organismo constituye el campo de acción y el campo de expresión de la persona. El desarreglo del organismo significa, en consecuencia, nada menos, pero nada más, que un bloqueo del acceso a la persona. Y éste es el credo psiquiátrico que la logoterapia plantea: “la fe inquebrantable en el espíritu personal, la fe ciega en la persona invisible, pero indestructible. Y dice Frankl al respecto: si yo, señoras y señores, no tuviera esta fe, preferiría no ser médico”. (FRANKL, 1994 a :63).
En su libro el Hombre Doliente, Frankl expone que “no es lógico concluir de lo corporal a lo espiritual —ex iuvantibus—, es decir, el tránsito de lo corporal condicionante a lo espiritual como efecto aparente. Lo lógico es una conclusión «por exclusión». Lo procedente es concluir del margen de acción que la persona posee y retiene siempre frente a su condicionalidad psicofísica, a la libertad y a la espiritualidad de esa persona y, por tanto, a la existencia y al modo de ser, a la realidad y efectividad del espíritu personal. El espíritu no está totalmente condicionado por lo corporal; lo que se manifiesta en él no es una condicionalidad absoluta, sino un margen de libertad: su relativa independencia o, en expresión de Nicolai Hartmann, la «autonomía a pesar de la dependencia». Y yo debo decir que de esta autonomía «relativa» vemos lo suficiente a nivel de analítica existencial como para poder apelar a ella en lo plano logoterapéutico (así, nunca se puede desatender el aspecto positivo de esta libertad: la responsabilidad, el «para qué» de la libertad como contrapunto del «de qué».) (FRAMKL, 1994 a: 63)
La realidad espiritual no puede estar totalmente condicionada, sino que debe ser algo autoproductivo: la realidad espiritual es eficiencia. Lo hemos dicho ya antes: el proceso patológico psicofísico (más exactamente, somatógeno-fenopsíquico) que llamamos depresión endógena, permite a la persona, como dueña del organismo psicofísico enfermo, adoptar las más diversas actitudes, brindándole el campo de acción necesario. Encontraremos ese mismo campo de acción al analizar la psiquiatría genética. Siempre emerge este campo de acción que permanece al margen del condicionante, y está ocupado por lo incondicional; en consecuencia, el ser humano aparece, en el marco del libre campo de acción para las actitudes espirituales, como incondicionado al menos en potencia. Él es un ser fácticamente condicionado, pero facultativamente incondicionado”. (FRANKL, 1994 a: 63)
En otras palabras, la existencia humana se caracteriza en el fondo por su auto-trascendencia. Lo que quiero subrayar con ello es el hecho de que ser hombre por encima de sí mismo apunta hacia algo que no es uno mismo, hacia algo o hacia alguien: hacia un sentimiento que se puede alcanzar o hacia otro ser humano al que amamos. Y sólo en la medida en que el hombre va más allá de sí mismo, se realiza también a sí mismo: en el servicio a algo o en el amor hacia otra persona. Cuanto más se entrega a su tarea, cuanto más se entrega a su pareja, es más persona, es más él mismo. (FRANKL, 1991 b: 31)
Volviendo a nuestra tesis de que lo corporal (como mera posibilidad) necesita de lo psíquico (como su realización) y finalmente de lo espiritual (como su plenitud), esta doble conexión puede enunciarse en el principio condicional y causal combinado: si algo es «posible» corporalmente, se «realiza» psíquicamente porque es una «necesidad» espiritual. Las relaciones ontológicas entre los estratos ónticos son parecidas: lo corporal posibilita la realización psíquica de una exigencia espiritual” (FRANKL, 1994 a: 64).
Frankl en el capitulo de su libro “El Hombre Doliente” sobre la ontogénesis del espíritu y patología genética que el hombre, a pesar de todo, forma una unidad y una totalidad pero sólo lo espiritual constituye y garantiza lo «uno». Expone que el hombre como espíritu está siempre adoptando una postura ante sí mismo en cuanto cuerpo y alma; “el hombre como espíritu se enfrenta siempre consigo mismo en cuanto cuerpo y alma. Lo que él tiene frente a sí es el cuerpo y el alma; lo que «es» frente al cuerpo y el alma es el espíritu. En este sentido, pero sólo en éste, reconocemos que todas estas distinciones y separaciones son de naturaleza heurística. (FRANKL, 1994 a :64)
El hombre «tiene» cuerpo y alma, pero es espíritu. Cabe decir también que el cuerpo y el alma le tienen a él, al hombre, ya que el hombre es in-condicionado sólo en cuanto es espíritu: como hombre, no deja de ser condicionado.
El hombre está condicionado primariamente en su corporeidad, en su existencia corporal. Pero no está «ahí» como caído del cielo, sino que fue engendrado y nació: fueron sus padres, y no él mismo, los que le hicieron existir corporalmente.
El hombre está, además, condicionado en su modo de ser corporal. Nunca es «como» él quiere, como él se hubiera elegido de haber podido decidir sobre un determinado modo de su ser. Este modo de ser del hombre tampoco es como sus padres hubieran deseado, ya que ellos pudieron determinar su existencia, mas no su modo concreto de ser. No sólo no se puede elegir a los padres; tampoco a los hijos. (FRANKL, 1994 a 64-66)
Hablamos del modo de ser, no de la existencia. No es la cuestión de ser o no ser, pues la propia existencia está siempre en nuestra mano (podemos suicidarnos) y también la existencia de nuestros hijos está en nuestro poder: podemos evitar la concepción. Lo que se ventila aquí es únicamente el «cómo» del ser de nuestros hijos, y esta cuestión no tiene respuesta: el modo de ser de un niño es absolutamente imprevisible y en este sentido absolutamente contingente. El modo de ser de un niño es fruto del azar, fruto del juego de dados del destino, pues aun las leyes genéticas enunciadas por Mendel son leyes del «gran número», sujetas al mero cálculo de probabilidades. Pero esto significa que tales leyes no pueden aplicarse en cada caso concreto y que el modo de ser de un niño es fortuito, en cuanto que se produce con ignorancia o con un conocimiento imperfecto de aquellas leyes naturales que rigen la herencia”. (FRANKL, 1994 a 64- 65)
El significado preciso que le da Frankl a éste término es doble: "sentido" y "espíritu". Cuando Frankl asume el término logos como sentido y como espíritu se refiere a la voluntad de descubrir y satisfacer la necesidad profundamente humana de vivir una vida con sentido. Esta vida con sentido es la consecuencia de experiencias con sentido.
La teoría psicoterapéutica de la logoterapia se basa en una concepción de persona integral que incluye el ser biológico, psicológico y espiritual (como decíamos anteriormente). Con esta idea antropológica estudia la situación del hombre de nuestro tiempo y encuentra en la búsqueda de sentido, la más profunda tarea existencial del mismo. Esta perspectiva difiere completamente de las bases en que se fundamentan las distintas escuelas psicológicas, que generalmente tienen una visión psicosomática y social del hombre. La ausencia de espiritualidad, cercena lo más distintivo del ser humano y éste queda atado a los condicionamientos, ya sean biológicos, psicológicos o socioeconómicos.


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